En principio, la legislación antimonopolio es importante para todas las empresas, independientemente de su tamaño y poder de mercado, aunque las prohibiciones individuales bien pueden requerir una posición dominante en el mercado. La legislación antimonopolio protege el funcionamiento del mercado y está regulada en la Ley contra las Restricciones de la Competencia (GWB). No obstante, también hay leyes especiales que contienen normas antimonopolio, como la Ley de Telecomunicaciones (TKG). Además, el GWB remite a disposiciones de Derecho europeo que son directamente aplicables a situaciones alemanas en virtud de la referencia.
El objetivo de la legislación antimonopolio es impedir comportamientos que restrinjan la competencia. Sin embargo, pueden permitirse restricciones de la competencia que infrinjan la legislación antimonopolio en determinadas condiciones definidas legalmente. El problema aquí es que el empresario debe juzgar por sí mismo, basándose en las disposiciones legales, si su comportamiento, que en sí mismo restringe la competencia y es por tanto inadmisible, está permitido a modo de excepción.
Además de la imposición de una multa, la ley prevé sanciones en caso de infracción de la legislación antimonopolio en forma de demandas de destitución y medidas cautelares; cualquiera que haya sufrido una desventaja como consecuencia de la infracción de la legislación antimonopolio puede reclamar daños y perjuicios. Además, las autoridades antimonopolio pueden, en determinadas condiciones, detraer los beneficios obtenidos con el comportamiento anticompetitivo.
